Turquía parece haber entendido tarde las capacidades del ejército sirio apoyado por Rusia, pero una vez que dimensionó el calibre de los avance, su postura pasó a la ofensiva en Idlib.
Si el control de las rutas M4 y M5, en Idlib, es vital para la viabilidad del estado sirio y por lo tanto para el fin de la guerra, entonces el punto de mayor valor estratégico en este momento pasa a ser la ciudad de Saraqib, que es el punto en que ambas rutas confluyen. Turquía lo entendió así, Siria no, y ahora vemos las consecuencias, que se ven muy negativas para el gobierno apoyado por Rusia.
La blitzgrieg del ejército sirio en el este de Idlib aparentemente tomó por sorpresa a Turquía, como a casi todo el mundo. El gobierno de Ankara recién reaccionó cuando fue evidente que Saraqib sería el próximo objetivo. Rápidamente envió tropas y equipos que levantaron cuatro “puestos de observación”, en cada punto cardinal en las afueras de esa ciudad. Obviamente, no podrían impedir las acciones militares sirias ni lo intentarían, pero su sola presencia debió servir como señal al gobierno de Bashar Asad de la importancia que Turquía asignaba a la ciudad.
Saraqib cayó finalmente el 7 de febrero pasado, tras brillantes maniobras de los “tigres” de la 25ª División de Fuerzas de Misión Especial del ejército sirio, quienes rodearon la ciudad por tres lados antes de ocuparla, permitiendo así que los defensores huyeran en masa y evitando una dura lucha. Para asegurar la ciudad, en los días siguientes se capturaron otros puntos cercanos, formando un cordón alrededor y liberando el acceso hacia el norte (Alepo) por la ruta M5. Dicho cordón de seguridad estaba formado por pueblos como Nayrab, Maarat Aliya, Afis y Muzayriah, pero aparentemente nunca hubo intención de atacar o controlar ciudades importantes como Sarmin y Qaminas, donde se habían refugiado los yihadistas y sus aliados de los grupos mercenarios agrupados como Ejército Sirio Libre (ESL, apoyado y pagado por Turquía).
Quizás eso no fuera un error sino un intento de enviar la señal a Turquía de que no había intenciones de atacar la capital provincial, Idlib, que es “intocable” para ese país.
Pero sí fue un error, y enorme, la decisión posterior de confiar en que el sector estaba asegurado con unas pocas tropas desperdigadas entre los distintos pueblos y sin armamento pesado para apoyarlas. Las fuerzas más importantes, incluyendo a los “tigres”, fueron enviadas al sur de la provincia, para intentar capturar la extensa zona al sur de la Ruta M4.
Seguramente se pensó que los enemigos no tenían medios suficientes para una ofensiva, como parecía demostrarlo el ataque del 11 de febrero contra Nayrab (en el “cordón” de Saraqib), en que yihadistas y ESL intentaron un asalto con blindados proporcionados por Turquía, solo para ser rechazados con fuertes pérdidas en pocas horas. Fue un ataque frontal, que tuvo apoyo de la artillería turca, pero estaba destinado al fracaso por la falta de cobertura aérea y la absoluta falta de coordinación o tácticas de combate adecuadas al lugar. Lo mismo de siempre en los combates dentro de Siria.

El error estratégico fue creer que el escenario de batallas seguía siendo el mismo de siempre. Esto, a pesar de la masiva afluencia de tropas turcas a Idlib, con cientos de tanques, transportes blindados, cañones, lanzadores de cohetes múltiples e incluso misiles tierra-tierra. Se estimaba que nada de esto tenía mucha importancia en el campo de batalla sin apoyo aéreo (negado por Siria y Rusia, que controlaban el espacio aéreo sobre Idlib). Y que Turquía solo actuaría como apoyo más o menos encubierto a los “rebeldes”, sin involucrarse con toda su fuerza.
Gran error. Entre los muertos ese 11 de febrero hubo tanquistas turcos, lo que demostraría que estaban en primera línea de combate. En general, los blindados fueron fácil presa de la aviación rusa, que también bombardeó un puesto de artillería turca que estaba dando apoyo desde un punto alejado, entre Sarmin e Idlib. Quedaba demostrado que el control del aire era vital, pero Turquía también lo comprendió y -ante el rechazo a su solicitud de acceso a sus drones de ataque- dio el paso que cambiaría el curso de la batalla.
LECCIONES APRENDIDAS (POR UN LADO)
Otro error sirio-turco fue no haber tomado medidas para impedir el ingreso irrestricto de tropas y armas turcas a Idlib. No es que pudieran hacer mucho, pero al menos Rusia podría haber intentado llegar a un acuerdo o establecer límites, como se hizo con los aviones y drones turcos de combate, a los cuales se negó autorización.
Tras lo ocurrido en torno a Saraqib, Turquía escaló y llevó a territorio sirio dos nuevas armas de valor estratégico: interceptores electrónicos móviles y sistemas antiaéreos de corto alcance. Juntos le darían el control del espacio aéreo que Siria y Rusia le negaban, aunque solo fuera al nivel táctico. Ya había liberado a los militantes el uso de los MANPADS entregados meses antes (más los recién ingresados), lo que significaba que en todo Idlib había equipos entrenados para usar esos sistemas antiaéreos portátiles. Dos helicópteros sirios destruidos y uno dañado dieron pronto testimonio de la efectividad de ese equipo, que ahora era respaldado por los Atilgan, que prácticamente son MANPADS montados en un vehículo, por lo que no tienen la efectividad de un verdadero sistema antiaéreo, pero son bastante efectivos para derribar a los aviones más avanzados o ahuyentarlos del campo de batalla.

La teoría militar turca quedó demostrada en Saraqib. El siguiente ataque aplicó todas las lecciones aprendidas de la derrota anterior, oportunidad en que los sirios no aprendieron anda y simplemente aumentaron su ya excesiva confianza.
El 20 de febrero, cuando el grueso de las tropas y artillería sirias habían partido al sur, comenzó un nuevo ataque contra Nayrab, la puerta a Saraqib. Rápidamente se notó un cambio, cuando dos drones rusos fueron derribados por MANPADS, que también dispararon contra un Su-24 sin resultados. Pero los rusos perdieron gran parte de su sistema de vigilancia aérea y sus aviones comenzaron a volar más alto, aunque de todos modos era suficiente para destruir los blindados enemigos en tierra. Los turcos también perdieron un dron de vigilancia, pero esta vez los comandos iban en la primera línea de combate y ellos fueron los ojos para guiar los ataques de artillería, que se hicieron mucho más precisos. Rusia, que había sido condenada públicamente por los artilleros turcos muertos en el anterior ataque, esta vez no bombardeó.
Otra lección aprendida: los yihadistas y mercenarios no atacaron todos frontalmente al mismo tiempo. Se fueron sucediendo en oleadas y desde tres ángulos. Esto permitió a los sirios confiarse, pues rechazaron las primeras oleadas con relativa facilidad y así creyeron que habían triunfado. Sin embargo, Nayrab cayó definitivamente tras 4 días de combates, cuando las fuerzas defensoras estaban diezmadas por los ataques ininterrumpidos y la precisión de la artillería turca. La ofensiva continuó con los mismos resultados y el “cordón de seguridad” fue cayendo rápidamente bajo el mismo esquema, hasta que finalmente el 27 se confirmó la caída de Saraqib. Desde entonces, los yihadistas y mercenarios continúan avanzando y otros pueblos siguen cayendo en la zona, mientras la ruta M5 vuelve a estar cortada y no parece previsible su reapertura a corto plazo.
GUERRA ELECTRÓNICA
¿Cómo fue posible este desastre?
Aparte de los errores estratégicos mencionados, de parte de sirios y rusos, más una cierta confianza en que el poderío turco estaba contenido, el factor más importante fue la excelente estrategia del ejército turco, que anuló la gran ventaja que daba el control del espacio aéreo por parte de Rusia y Siria.
Empecemos en tierra, con la infantería siria. No solo debilitaron su fuerza, dividiéndola entre varios pueblos, sino que además no tenían ninguna protección. Jamás cavaron trincheras ni establecieron posiciones defensivas serias. Acostumbrados a la forma “primitiva” del combate habitual, consideraban una pérdida de tiempo prepararse para el bombardeo inefectivo de los morteros y artillería menor que solían enfrentar. Ahora comenzaron a recibir poderosos bombardeos lanzados desde decenas de kilómetros, adonde solo podía llegar la aviación. Aunque en los días posteriores, cuando Nayrab ya estaba condenado, llegaron refuerzos en tropas y algún armamento pesado (traídos desde el frente de Alepo, que así también quedó desprotegido), solo servían para aumentar las bajas entre las fuerzas oficialistas.
La fuerza aplastante de la artillería turca, dirigida además con precisión por sus propias tropas de fuerzas especiales y por sus drones de vigilancia, ha causado en apenas una semana un daño del que tal vez no se pueda recuperar la ya débil fuerza armada siria. Especialmente por los vehículos de combate, preciosamente escasos, al punto de que Rusia tuvo que reforzarlos hace menos de un año para que pudieran lanzar la ofensiva sobre Idlib. Pero los soldados también son escasos en un país agotado por la división y la guerra desde hace 9 años.
Cierto que sus fuerzas más poderosas siguen en al-Zawiya y la llanura de al-Ghraib, donde consiguieron triunfos importantes mientras Saraqib caía, pero difícilmente puedan enfrentar al segundo ejército más poderoso de la OTAN. De hecho, ya cometieron el error fundamental de desperdigarse por la zona recuperada, por lo que en vez de una gran fuerza poderosa son pelotones aislados y fácilmente destruibles en contraataques focalizados.
¿Pero qué pasó con el espacio aéreo, que en teoría impedía que esto pasara? Ahí está la estrategia turca. Sus ataques con MANPADS ya hicieron más cautelosos a los aviones y helicópteros rusos y sirios, pero la llegada de los Atilgan aumentó el peligro. Es probable que uno de estos disparara el 26 de febrero contra un Su-34 ruso, sin derribarlo, pero dando una clara señal del cambio en las reglas del juego. Rusia habría enviado su propia señal de respuesta a Turquía al día siguiente, cuando sus Su-34 destruyeron uno de sus convoyes y mataron así a 34 de sus soldados.
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Esto último ocurrió lejos de Idlib, donde el control del espacio aéreo hace más difícil que eso ocurra en este momento. No es solo por los MANPADS y Atilgan sino especialmente por los equipos móviles de interferencia electrónica. Estos no afectan a los avanzados cazas, pero han inutilizado a los drones de vigilancia, dejando a los defensores sin ojos en el campo de batalla, a la vez que lo abren a los drones turcos. Actualmente, los drones vuelan por enjambres en Idlib y los de vigilancia son acompañados por muchos de combate. Es decir, drones con misiles capaces de destruir vehículos blindados, lo que explica por qué han desaparecido virtualmente del campo de batalla. Siria y Rusia prohibieron expresamente a Turquía que usara esos drones, pero ya vemos. Y sus drones están entre los mejores del mundo, después de los de Israel y Estados Unidos (en esa categoría, Rusia aún está muy lejos de otros países, y no tiene tantos en Siria como para cubrir todo Idlib).
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TIEMPO DE ESCONDERSE
Esa es la situación en este momento en las cercanías de Saraqib y en realidad por todo Idlib. Los tanques, transportes y artillería de Siria se esconden dentro de lo posible, porque cada movimiento es detectado y conlleva una posible destrucción. Tras la masacre entre la infantería, los soldados recién están “aprendiendo” a esconderse, atrincherarse y evitar las agrupaciones. Han abandonado los vehículos blindados por las más ágiles motocicletas, tal como los rebeldes llevan años haciendo para escapar al peligro que viene del aire.
Para empeorar la situación, la guerra electrónica ha afectado a las comunicaciones militares sirias, que se ven obstruidas o incluso interceptadas por los equipos turcos, lo que ha impedido un efectivo trabajo y ha cortado la cadena de mando. La mayoría de las decisiones queda ahora a criterio del comandante en terreno, lo que impide movimientos estratégicos y rápidos.

Los drones turcos no pueden ser eliminados con los medios actualmente existentes en Idlib, donde no hay defensas antiaéreas porque durante años fue territorio enemigo y aún no se consideraba necesario emplazarlas. La zona era cubierta desde un único puesto sirio en Latakia, que fue uno de los primeros blancos destruidos. Los turcos aseguran haber destruido también un Pantsir ruso, pero el video que muestran como prueba fue grabado en Libia, así que es poco probable que sea cierto. Las defensas antiaéreas rusas son poderosas, pero están lejos y preparadas para combatir aviones, no pequeños drones a baja altura.
Revertir esta difícil situación para las fuerzas que defienden Siria es poco probable a corto plazo. Aparte de reponer los vehículos destruidos (sin hablar de las tropas), es necesario contrarrestar los drones y las interferencias con sus propios equipos, que prácticamente no existen en Siria y será lento traer desde Rusia (lo que además significaría que sus operadores rusos deberían estar expuestos en el campo de batalla). Una alternativa sería que Rusia destruya los camiones móviles de defensa antiaérea e interferencia, pero eso es prácticamente una declaración de guerra, ante la cual Turquía no podría hacer la vista gorda como en los casos anteriores.
Hay rumores de que Irán pretende hacer llegar sus propios equipos desde Irak, donde están desplegados como parte de las Unidades Populares de Movilización. Pero actualmente este grupo tiene su propio tira y afloja con Estados Unidos en la frontera sirio-iraquí, por lo que arriesgan su destrucción si intentan cruzarla.
El panorama se ve oscuro en este momento, que parece ideal para que Siria negocie un cese al fuego que le permita mantener sus posiciones actuales, condenadas a retroceder en los próximos días. También esta salida es poco probable, en vista de que el presidente turco ha insistido reiteradamente en que no aceptará nada distinto a un acuerdo que devuelva la línea divisoria entre ambos bandos a la que había hace casi un año, condición inaceptable para los sirios que durante meses han entregado la vida de cientos de soldados para llegar al punto actual.
Una vez más, cuando el fin de la guerra en Siria parecía inminente, un hecho grave viene a cambiar la situación. Esta vez es la invasión turca, que finalmente empieza a mostrar que va en serio.