El Reporte Kissinger y las Políticas de Control Demográfico

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Desde los primeros registros que la humanidad dejó por escrito vemos una preocupación por la sobrepoblación y la amenaza de que los recursos tan costosos de producir u obtener no alcancen para todos. ¿Pero es en verdad el hecho de que aumentemos la cantidad de habitantes lo que nos amenaza? Quizás haya más amenaza en no saber cómo prepararse para al futuro que en la cantidad de gente con las que debemos coexistir.

El Jardín de las Delicias Terrestres, de El Bosco, muestra un escenario de creación y posterior castigo divino, propio de diversos mitos en diversas culturas.

La civilización sumeria es la más antigua de la que se tiene registros, gracias a sus célebres tablas de arcilla llenas de una detallada escritura cuneiforme. En ellas no solo transmitieron datos de su organización, creencias y diario vivir, sino que además plasmaron una exquisita obra narrativa en un conjunto de poemas. Una de estas narraciones es la Epopeya de Ziusudra (el Atrahasis acadio y Utnapishtim babilonio) que narra desde el origen del cosmos hasta la creación de la humanidad.

En estos textos se cuenta cómo los humanos habrían sido diseñados y creados después de que los Igigi, dioses menores, se cansaran de trabajar para los 7 dioses sancionadores y comenzaran una revuelta. 7 hombres y 7 mujeres fueron creados y comenzaron a trabajar para los dioses. Uno de estos primeros humanos fue conocido como Ziusudra.

Los hombre y mujeres se multiplicaron y al cabo de 1200 años los ruidos de los humanos comenzaron a molestar a Enlil, uno de los dioses sancionadores, quien ordenó que se vertieran plagas sobre la humanidad, diezmando la población. Luego de otros 1200 años, Enlil envía sequías para reducir la cantidad de humanos. Después de otros 1200 años, Enlil ya cansado, envía un diluvio universal para acabar con la humanidad. Enki, otro de los dioses sancionadores, logra impedirlo tras avisar a Ziusudra, que gozaba de la longevidad de los dioses, para que construyera una embarcación y salvara tanta vida como le fuera posible.

Producto de la tradición judeo-cristiana, conocemos esta historia como la de Noé y el arca, pero la tradición sumeria, que le precede, nos da un contexto relacionado con el control de la población.

El texto en las tablas sumerias termina con un acuerdo entre Enki y Nintu, la diosa de la matriz, para evitar los ciclos de destrucción de Enlil, haciendo que una de cada tres mujeres no dé a luz satisfactoriamente, generando así un método de control de la natalidad efectivo.

Independiente de las razones que inspiraron a los sumerios a escribir la Epopeya de Ziusudra, podemos ver la preocupación que desde siempre ha tenido la humanidad sobre el crecimiento de su población.

El propio Aristóteles abogó por el uso del aborto y el infanticidio para evitar “pobreza entre los ciudadanos” de Grecia.

A finales del siglo XVIII, Thomas Robert Malthus postuló algo que hasta ahora resuena en quienes ven una amenaza latente en el crecimiento demográfico cuando escribió que “la población, cuando no se controla, crece en razón geométrica. El sustento siempre crece aritméticamente”.

Hace algunas décadas se erigió un monumento en Estados Unidos que se conoció como las Piedras Guías de Georgia. El enorme monumento fue financiado por una agrupación anónima y cuenta con una inscripción en 8 idiomas con un decálogo “guía” para entrar en la “edad de la razón”. El primer mandamiento reza “Mantener a la humanidad bajo 500.000.000 en perpetuo balance con la naturaleza”.

En la época de los sumerios había cerca de 30 millones de humanos en el mundo y ya existía preocupación por la sobrepoblación. Más de 3600 años después y con un mundo habitado por 4 mil millones de personas, Estados Unidos llegaría a definir, en 1974, una estrategia para incluir el control de la población mundial en su política interna y externa, mediante un documento ultra-secreto que llegaría a conocerse como el “Reporte Kissinger”, en alusión a Henry Kissinger, autor del libro “Orden Mundial” y su principal promotor.

En este documento desclasificado en 1990 (llamado NSSM-200 por su nombre en inglés: National Security Study Memorandum 200), Estados Unidos detalla las “implicancias del crecimiento de la población mundial en la seguridad de EE.UU. y sus intereses en el extranjero” y fue preparado en conjunto por la Agencia Central de Inteligencia (CIA), la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID) y los Departamentos de Estado, Defensa y Agricultura. Existe una fuerte correlación de hechos que llevan a pensar que sus principales preceptos siguen vigentes como la base de los esfuerzos de control de la población de EE.UU. hasta nuestros días. De hecho, el sitio oficial de USAID mantiene el texto original disponible para consulta.

Pero ¿existen verdaderas razones para controlar la natalidad y la cantidad de población humana? ¿Cómo es posible que los promotores de controlar la población vengan anunciando el caos desde que la humanidad contaba solo unas decenas de millones?

Los motivos son fáciles de expresar. Desde que los recursos naturales y minerales que utilizamos para nuestra subsistencia son limitados, es razonable demostrar preocupación por la escasez que se puede producir si la demanda excede a la capacidad. Es lo que T. R. Malthus intentaba ilustrar con su frase sobre la población aumentando a un ritmo más acelerado que los recursos.

Excepto que Malthus ha sido probado en su error.

Malthus publicó su famoso libro “Ensayo sobre el principio de la población” en el año 1798 cuando la cantidad de personas en el mundo llegaba a los mil millones. Solo 123 años más tarde los humanos duplicarían esa cifra y en apenas otros 47 se volvería a duplicar para alcanzar los 4 mil millones. Con este enorme crecimiento en menos de dos siglos los suministros no solo crecieron a la par, sino que lo hicieron incluso más rápido que la población. El consumo de alimentos, cercano a las 2200 kilo-calorías per cápita en la Inglaterra de Malthus, pasó a casi 3200 kilo-calorías per cápita en 1950. Mientras que el consumo energético mundial pasó de 20 Gigajulios anuales per cápita en 1820 al doble en 1950.

Malthus también argumentaba que cualquier abundancia en los recursos llevaba a un aumento en la población que impedía aprovechar los excesos para mejorar la calidad de vida. Pero esto también es cuestionable si consideramos atributos de calidad que van desde la expectativa de vida hasta la alfabetización, pasando por la urbanización y el acceso a bienes de consumo y tecnologías.

Malthus dejaba dos variables fuera de su análisis: primero, el avance tecnológico. Por ejemplo, cuando se transforma un recurso limitado como el suelo cultivable en un bien mucho más eficiente que genera hoy indudablemente mayores beneficios por hectárea que en cualquier periodo anterior. Segundo, la incidencia de líderes capaces de dar saltos en el avance tecnológico. Por ejemplo, considerando el Coeficiente Intelectual (CI), la agrupación Mensa propone que el 2% de la población calza con su descripción de “mente brillante” o genio. Por supuesto, dentro de este grupo solo un porcentaje tiene otros elementos como la constancia, la formación, la dedicación y la vocación de llevar a cabo transformaciones de alcance global y fuera de este 2% también hay líderes que ayudan a la humanidad a lograr importantes avances. Pero, aun así, a mayor cantidad de seres humanos, mayor cantidad de líderes capaces de cambios radicales en el avance científico y tecnológico.

Alguien se puede preguntar, con toda razón, por qué si hoy en día tenemos 4 veces la población humana de 1905, año en que Einstein publicó su Teoría Especial de la Relatividad, no tenemos 4 “Einsteins” haciendo lo mismo. Pero lo cierto es que no es que no existan más genios liderando el avance científico, solo que los personalismos del tipo Galileo, Newton, Edison, Tesla, Einstein, Schrödinger y Bohr ya no tienen la figuración de antaño y el avance es más impersonal, atribuyéndose, por ejemplo, al CERN o a diferentes corporaciones que reclutan los talentos. Pero eso es materia de otro análisis.

Henry Kissinger, autor de ‘Orden Mundial’, principal promotor de la política de control de la población mundial.

Lo Tuyo Es Mío

Entonces, si la humanidad ha demostrado que cuenta con un mecanismo de sustentabilidad que empareja el aumento de la población con un avance en el conocimiento que posibilita el progreso y la supervivencia, ¿qué defienden realmente los que abogan por el control de la natalidad y mantener a raya la cantidad de población?

En este punto podemos recurrir nuevamente al Reporte Kissinger de Estados Unidos.

El propósito principal de los esfuerzos de control de la población expuestos en el documento NSSM-200 buscan mantener el acceso de Estados Unidos a los recursos naturales de los países menos desarrollados. Una cantidad controlada de habitantes en dichos países estaría en línea con mantener el suministro y la estabilidad económica y social de tales naciones, 13 de ellas nombradas directamente en el documento:

“El apoyo en la moderación de la población debe poner el énfasis en los países en vías de desarrollo más grandes y de crecimiento más rápido donde exista interés político y estratégico especial para Estados Unidos. Dichos países son: India, Bangladesh, Pakistán, Nigeria, México, Indonesia, Brasil, Filipinas, Tailandia, Egipto, Turquía, Etiopía y Colombia. Al mismo tiempo, EE.UU. recurrirá a las agencias multilaterales, especialmente el Fondo de Población de las Naciones Unidas, que ya cuenta con proyectos en 80 países, para incrementar la asistencia en temas de población, de manera más general y con mayores contribuciones de EE.UU. Esto es deseable, en términos de los intereses de EE.UU. y necesario, en términos políticos en las Naciones Unidas”.

Si bien las definiciones del Reporte Kissinger datan de la década del ’70, solo hace falta buscar información sobre campañas pro-control de la población y podemos encontrar una nefasta cronología.

Entre 1995 y 1997, cerca de 500 mil mujeres fueron esterilizadas de manera forzada en Perú, bajo disposición del presidente de entonces Alberto Fujimori. Muchas de estas mujeres fueron extorsionadas con el retiro de beneficios sociales si no aceptaban entrar en el “programa” del gobierno. En los últimos años han aparecido noticias de hechos similares que ocurrieron en Bolivia.

El Fondo de Población de las Naciones Unidas, que Estados Unidos sigue financiando, ha destinado muchos de los recursos que recolecta a la campaña de control de la natalidad del Gobierno de la República Popular China, protegiendo y ocultando importantes violaciones a los derechos humanos, principalmente de mujeres y niñas.

De igual modo, en 2014 quedó expuesto el programa de esterilización forzada promovido por el gobierno Indio cuando decenas de mujeres murieron en los “campos de esterilización” a los que atraían mujeres, principalmente, a cambio de beneficios sociales en un programa financiado, entre otros, por el Fondo de Población de las Naciones Unidas, los gobiernos de Alemania, Noruega, Reino Unido y diversas organizaciones estadounidenses, entre ellas la Fundación Bill y Melinda Gates.

Estas prácticas, que encontramos hasta la actualidad, están propuestas detalladamente en el Reporte Kissinger y las podemos resumir en tres puntos principales:

  • Promover la legalización del aborto e incentivos financieros para países que incrementen sus tasas de aborto, esterilización y uso de métodos anticonceptivos.
  • Facilitar el adoctrinamiento de niños y el aumento de la participación laboral de las mujeres.
  • Ejercer coerción en los países en vías de desarrollo para que implementen programas de control de la natalidad (por ejemplo, condicionando ayuda humanitaria en casos de desastres naturales).

Desde ya, estos puntos pueden no ser cuestionables en sí, como la mayor participación de la mujer en el mundo laboral, pero el objetivo por el cual se fomenta sí lo es. NSSM-200 deja claro que Estados Unidos promueve activamente el control de la natalidad y el control de la población con fines de asegurar la cadena de suministro de recursos naturales desde países en vías de desarrollo. Se establece que los países que controlan su población tienen menos riesgo de agitación y de “necesitar” los recursos para satisfacer la demanda interna, factor que favorece la política de Estados Unidos, entre otras potencias.

Es esta, quizás, la verdadera razón detrás de las exigencias de control de la natalidad y demográficas que se escuchan tan a menudo en ciertos sectores.

No quiere decir que si un país, como China o India, debe controlar su población para asegurar un crecimiento sostenible no pueda recurrir a regulaciones, pero no puede aceptarse que en adición a regulaciones en línea con los derechos humanos se lleve una agenda paralela de explotación, esterilización forzada y chantaje con la propia gente, como se propone.

Incluso ciertas prácticas, que sin duda son el resultado de las compañas de control de la población –aunque comúnmente aceptadas– pueden ser materia de un sentido debate sobre cómo queremos que progrese la humanidad.

Por La Razón O La Fuerza

La campaña anti-crecimiento del número de habitantes de nuestro planeta ha creado un problema inesperado.

Diversos países desarrollados están aumentando peligrosamente la edad promedio de sus habitantes gracias a una tasa de natalidad por mujer cada vez menor. Lo que es más elocuente es que las políticas de control de la población pueden hacer que el promedio de nacimientos por mujer decaiga increíblemente rápido.

Irán, China, Corea, Bangladesh, Túnez, Marruecos, Bostwana, Colombia, Brasil, Costa Rica y Turquía, todos redujeron el promedio de más de 6 hijos por mujer a menos de 3 hijos por mujer en tan solo una generación.

Es necesario observar que las políticas de control de la población incluyen las acciones directas, que podríamos denominar por la fuerza, en la que los gobiernos establecen políticas y programas para controlar la natalidad. Pero, adicionalmente, se encuentran las acciones indirectas, que podríamos decir que son por la razón, donde la propia población realiza el control de la natalidad por cuestiones económicas, culturales y sociales, con el fin de acceder a una mejor calidad de vida. Ambas acciones acarrean una disminución de las tasas de natalidad y, como consecuencia, un aumento en la edad promedio en general.

El envejecimiento de la población conlleva problemas de políticas públicas no menores. Para empezar, las expectativas de vida están bordeando los 90 años en países desarrollados de Asia y el resto del mundo se acerca a pasos agigantados. Esto aumenta la proporción de jubilados y pensionados laboralmente inactivos, aumentando, a su vez, la carga de los sistemas de pensiones, que descansa en un menor grupo de trabajadores activos. Por otro lado, la población de adultos mayores es la que más incidencia tiene de enfermedades crónicas y costosas, por lo que se incrementan los valores de las prestaciones médicas y los seguros, pero además se produce una escasez de cuidadores, tanto pagados como no pagados, disponibles para asistir a una población de mayor edad.

Un estudio de 2015 elaborado en colaboración por la Escuela de Salud Pública de Harvard, la OMS, Rand Corporation y diversas instituciones del Reino Unido, profundiza en la carga adicional que significa el envejecimiento de la población, estableciendo que el sistema de pensiones, el modelo sanitario y el mercado laboral no están preparados para el cambio inédito hacia una población mayor. En los últimos 60 años la proporción de adultos mayores solo subió de 8% a 10%, pero se espera que en las próximas 4 décadas llegue a un impresionante 22%.

China, el país más poblado del mundo, se vio obligado en 2015 a relajar su política de un hijo por pareja cambiándola a dos hijos por pareja para revertir la pérdida de 5 millones de personas laboralmente aptas cada año. La introducción de la política de un hijo por pareja en 1979 para asegurar el crecimiento económico resultó tener el efecto opuesto 30 años más tarde y el relajo de la ley no impedirá que durante varios años China siga perdiendo fuerza laboral.

Pero más allá de las prohibiciones explícitas de los gobiernos, el desarrollo de las naciones va aparejado con una baja de la natalidad. El ritmo de vida moderno implica que para mantener una casa y una familia, ambos padres deben trabajar y el costo por hijo se incrementa casi a la misma velocidad en que se pierde el tiempo de esparcimiento. Además, las mujeres postergan la maternidad para consolidar su carrera profesional y las relaciones estables se inician más tarde y son menos frecuentes.

¿Resultado? En EE.UU. la cantidad de relaciones sexuales anuales en promedio por pareja están en su punto histórico más bajo, pasando de 62 relaciones por año a menos de 53 relaciones por año. En adición a esto, diversos estudios indican que la generación Millenial (nacidos desde 1980) es la que menos interés demuestra por el sexo en comparación a generaciones anteriores.

El asunto toma ribetes absurdos y delicados en Japón. El desinterés por las relaciones íntimas se manifiesta dramáticamente en el hecho de que la mitad de los jóvenes entre 18 y 34 años se declaran vírgenes y el 64% de la población no tiene una relación de pareja. Esto llevó al país a perder 300 mil habitantes el año 2016 y se espera que llegue a perder 900 mil habitantes por año para 2045. Las autoridades están ideando políticas para evitar una catástrofe, una de ellas es flexibilizar los complejos requerimientos de inmigración que ha mantenido el país del sol poniente.

Este tipo de tendencias han llevado desacelerar el crecimiento de la población mundial.

Gracias a la tasa de natalidad cercana al 2% a finales de los ’60s y durante los ‘70s, se alcanzó el pináculo del crecimiento en nuestros tiempos, agregando mil millones de personas cada 12 años. Sin embargo, se espera que a los 9 mil millones de habitantes se llegue 14 años después de los 8 mil millones, mientras que para llegar a los 10 mil millones deberán pasar otros 18 años.

Es decir, por mucho que lo que ocurre en Japón sea un extremo, la tendencia es clara a nivel mundial. Las naciones deben prepararse para un escenario donde la sobrepoblación no es el gran problema, sino la distribución etaria de nuestra población.

No Diga Sobrepoblación, Diga Sobreconsumo

Si bien en este reporte se expone que la sobrepoblación no se ha materializado a nivel global (distinto es en localidades específicas como algunas ciudades de la India, por ejemplo), sí es cierto que en el último siglo la humanidad ha estado al borde de su propio colapso, pero no tanto por los niveles de población como por el uso adecuado de los recursos naturales.

La sobreexplotación, la pobre distribución de los recursos, el aprovechamiento de las grandes potencias y la contaminación, son materias que impiden que los recursos sigan creciendo a la par con la cantidad de habitantes del mundo y en los últimos 50 años se han conjugado todas estas variables.

Tal como reporta Global Footprint Network en 2017, la población actual del mundo consume 1,6 veces la cantidad de recursos renovables disponibles. Para ilustrarlo, en el año 2000 los humanos habíamos consumido los recursos de un año completo a principios de octubre, mientras que para 2017 habíamos agotado los recursos de todo un año tan pronto como el 2 de agosto.

Otra forma de ver la magnitud de la escasez y mala distribución de los recursos se entiende al considerar que, si los 7,5 mil millones de personas del mundo pudieran acceder a un estándar de vida europeo, los recursos solo alcanzarían para 2 mil millones de personas.

Si el nivel de consumo fuera el estadounidense, los recursos solo alcanzarían para mil millones de personas.

Jamás sabremos qué clase de mundo tendríamos en estos momentos de no ser por las políticas de las grandes potencias, la ONU y los gobiernos del tercer mundo que las acataron, pero si algo ha demostrado la historia es que la humanidad tiene un mecanismo de auto-sustentabilidad inherente en su crecimiento.

Lamentablemente, lo que no es sustentable es el hambre desmedido por consumir los recursos de manera inequitativa.

Es necesario apelar a lo primero. La forma en que se están utilizando las tecnologías y las energías renovables de una manera cada vez más eficiente y menos costosa para la población puede resultar en una mayor democratización del acceso a la energía. Del mismo modo en que diversas innovaciones en la industria del alimento pretenden dibujar un panorama auspicioso para el mundo.

Un ejemplo de lo anterior se puede ver en Chile, un país en vías de desarrollo conocido por ser un buen barómetro del funcionamiento comercial de nuevos productos y tecnologías. El país latinoamericano obtuvo en 2017 el primer lugar en inversiones en energías renovables de acuerdo a Bloomberg New Energy Finance y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), con un asombroso 15% del consumo energético obtenido de energía solar y eólica, gracias a políticas públicas bien definidas. La meta del país es que para 2050 el 70% de la energía provenga de fuentes renovables.

Eso es lo que hará sustentable a la humanidad, la propia explotación de las capacidaes creativas y sociales de las personas para, a su vez, lograr una explotación justa y eficiente de los recursos.

Apuntar los dardos a reducir el número de habitantes es una práctica suicida de las capacidades de producir y crear que tiene la humanidad como su propio secreto de auto-sustentabilidad.